Alejandro Jodorowsky:
“Nadie es lo que cree ser. Nada es lo que parece ser”.
En la vida cotidiana ninguna persona actúa empleando todas sus células cerebrales. Utilizamos una pequeña cantidad de neuronas, ¿10, 20, 50?, pero tenemos muchos millones de ellas, tantas como estrellas vemos en el cielo. En esas pocas neuronas que utilizamos, reside nuestra “identidad”, un Yo artificial formado por la familia, la sociedad y la cultura. Pero no conocemos nuestro Yo real. Las neuronas que no utilizamos conscientemente en la vigilia, están vivas y funcionan todo el tiempo en forma inconsciente. Llevamos en el interior de nuestro cráneo una víscera que contiene toda la sabiduría del universo. Poca cosa es nuestra “individualidad” si la comparamos al ser inmenso que en esencia somos. Este ser se revela en nuestros sueños, transporta todas las respuestas, es capaz de realizar lo que por incomprensión de la realidad llamamos “milagro”… Para desarrollar nuestras capacidades debemos, dominando el miedo a cambiar (cambiar significa desobedecer a la familia y a la sociedad), detenernos a observar qué sucede en nosotros. En el terreno intelectual, muchas veces petrificado por ideas obsoletas impuestas por la “tradición”, en una actividad angustiosa continua estamos rechazando la inmensidad de ideas que vienen a acompañar a cada pensamiento habitual que tenemos. Nuestro ego limitado flota como una pequeña isla en el infinito y poderoso inconsciente colectivo. Igual cosa nos sucede con los sentimientos, deseos y necesidades. Tenemos terror de sentir en forma diferente de lo que sienten nuestros familiares y amigos, de continuo nos asaltan deseos que por morales implantadas por sacerdotes fanáticos nos avergüenzan o inquietan, nuestras necesidades han sido deformadas por la publicidad industrial o por intereses políticos. Estos límites nos impiden pasar de la infancia a la conciencia adulta. En lugar de luchar con todas nuestras energías para obtener la total libertad espiritual, aparte de consumir inutilidades, nos engañamos enredándonos en toda clase de esperanzas románticas, como si el fin esencial de la vida fuera el cuento de hadas de encontrar un príncipe o una princesa ideales…
Si queremos cambiar al mundo debemos comenzar por cambiarnos a nosotros mismos: hablo de cambio en el sentido de desarrollo, de mutación.
Voluntariamente debemos enfrentar nuestros sufrimientos y nuestros miedos. El primero de ellos es no haber sido amados. Si nuestros padres no se conocen a ellos mismos y viven con un individualidad artificial, es imposible que nos amen realmente. Amar es conducir a los hijos a su máximo desarrollo de conciencia, amar no es implantarles ideas, sentimientos, deseos y necesidades caducos. No hay una sola persona que haya sido totalmente amada cuando fue niñ@. Todos debemos emprender la ardua tarea de descubrirnos tal como somos y no como nos dijeron que éramos, para por fin amarnos a nosotros mismos. Quien no se ama a sí mismo, no puede amar a los otros… Debemos enfrentar nuestros sentimientos y darnos cuenta que giramos como culebra que se muerde la cola enfrascados en emociones que sin cesar repiten las mismas emociones que tuvimos en la infancia. Lo que nos hicieron cuando niños, ahora nos lo seguimos haciendo, lo que no nos dieron ahora continuamos no dándonoslo… Sin miedo debemos respetar nuestros deseos, sin decirnos yo no soy así. Por monstruosos que nos parezcan, debemos dejarlos manifestarse en nuestra conciencia. Luego podemos decidir si nos conviene o no realizarlos… Debemos vigilar nuestras necesidades, ver si estamos respirando el aire que nos conviene, si estamos comiendo lo que necesitamos en verdad, si los objetos que nos rodean son necesarios, si el trabajo que devora nuestro tiempo es el que corresponde a nuestro talento, si la pareja que nos acompaña nos alegra o no la vida.
Este ejercicio es útil:
Sal a caminar. Cada cien metros cambia la manera de sentirte: Marcha como si fuera muy pequeñ@, casi enan@, marcha luego como si tuvieras un cuerpo enorme, luego marcha como si fueras la persona más fea de la calle, luego como si fueras la persona más bella, te sientes débil, te sientes con una tremenda fuerza, eres un/a asesino/a, eres un/a santo/a, eres el demonio, eres Dios, flac@, gord@, marchas triste, marchas llen@ de alegría.
Aún los científicos no saben qué es la materia universal. Apenas conocemos un 10% de ella. El resto es misterio. Nada es lo que creemos que es. Todo lo existente está vivo. Lo que parece inanimado en realidad vive en un tiempo más lento. Las montañas no están quietas, se desplazan en la corteza terrestre como inmensas olas. No hay que dar nada por invariable. Todo tiene la posibilidad de cambiar. Incluso tú mismo.
“Nada comienza, nada termina”
Todo es continuación. Fuiste algo antes de nacer, serás algo después de morir. Los actos que cometes son el producto de muchas generaciones anteriores y afectarán a varias generaciones por venir. Todo lo que existe en el universo transcurre como un río. Nuestra esencia vital es el cambio, pero el clan familiar, la sociedad con sus tradiciones caducas y las culturas separatistas, tratan de frenar este natural transcurrir, inculcándonos resistencias al cambio, lo que nos hace sufrir… Para lograr desarrollar una manera mágica de pensar, debemos hacernos conscientes de las resistencias que nos impiden obtener la felicidad de ser nosotros mismos, la alegría de la autenticidad… Enumeraré las resistencias principales, pero hay un gran número de resistencias menores que tú debes anotar en una hoja de papel, hoja que debes enterrar, plantando sobre ella una mata florida.
1.- Resistencia a nuestro propio cuerpo… Tenemos miedo de utilizar nuestro cuerpo en toda libertad. Desde pequeños nos enseñan que los hombres se mueven de una manera y las mujeres de otra. También nos enseñan una serie de gestos sociales que nos encierran en una especie de armadura, haciendo que nos movamos siempre de la misma manera y por lo mismo, privándonos de experimentar nuevas sensaciones que podrían enriquecernos la personalidad. Todos los seres humanos deberían tomar clases de danza, desarrollar la flexibilidad de sus articulaciones, en fin, lograr el dominio corporal que tienen los yogas.
2.- Resistencias sexuales de todo tipo… Nos avergonzamos de la intensidad y multiplicidad de nuestros deseos, limitados por prejuicios inculcados por las religiones durante siglos. Estos prejuicios, al culpabilizarnos de nuestros deseos, nos culpabilizan también de nuestra creatividad. Todas las instituciones oficiales, reconocidas, tienden a encerrarnos en formas “académicas”, a utilizar una lógica aristotélica ferozmente racional y a eliminar de la educación el desarrollo de la intuición. Recomiendo leer los libros sobre el Pensamiento Lateral, del psicólogo De Bono.
3.- Resistencia emocional… En lo privado nos permitimos todo tipo de emociones, casi todas con base egoísta, pero rehusamos aceptar los sentimientos sublimes porque la sociedad se burla de ellos. Amar a la humanidad, desarrollar la generosidad, compartir lo que obtenemos, cesar de explotar al prójimo, luchar por conducir al mundo a la salud mental, son considerados como sentimientos extravagantes o bobos. Nos da vergüenza reconocer nuestro íntimos valores… A un grupo de amig@s, proponles que cada un@, tú inclusive, enumeren 10 de sus cualidades, Verás que algun@s apenas llegan a 3 valores y casi nadie a 10. Ya estando sol@, pronto escribir una lista de 50 cualidades tuyas. Al comienzo esto te parecerá imposible, pero con paciencia y perseverancia irás descubriendo los muchos valores que tienes.
4.- Resistencia al espacio… Nos meten a vivir en cubos, limitándonos el territorio de más en más. No vivimos en el espacio que merecemos. La arquitectura se ha hecho fálica, aplastante, siempre con límites racionalistas, industriales, que nos quitan la alegría de vivir. Le han puesto precio al espacio y lo han convertido en algo artificial, por completo separado de la naturaleza. Los edificios son agresiones al paisaje, no se integran a él… Si vives en un espacio reducido, cuelga en cada una de tus paredes un cuadro que represente una ventana abierta hacia un espacio agradable e inmenso.
5.- Resistencia al tiempo… Nos inculcan que la vida es corta. Creemos que a partir de los 70 años ya estamos amenazados de muerte súbita, decadencia mental, debilidad sexual, regreso a la emocionalidad infantil…. Tengo ahora 82 años y me siento muy bien, sin ninguno de esos atroces síntomas. La vejez es una maravilla así como la juventud es una maravilla. Respóndete a esta pregunta: “¿A qué edad creo que voy a morir?” En la Edad Media, poca gente vivía más allá de los 35 años. En el Renacimiento pocos llegaban a los 40 años… Hoy en día ya se está hablando que la vida dura 100 años. ¿Y por qué no 120, 160, 300?… Tengas la edad que tengas, ofrécete un largo de vida sustancioso, no menos de 120 años… Mi padre a los 70 años se fue de Chile para implantarse en Israel, acompañado de una nueva esposa. Se burlaron de él, lo trataron de viejo loco. Sin embargo, en ese nuevo país pudo trabajar, engendrar dos hijos más y morir a los 100 años. Si a los 70 se hubiera dicho que su vida estaba acabada, habría perdido muchos años de felicidad… Sientate a pensar: decide que vivirás por lo menos 120 años y haz un plan para organizar esa larga vida, comenzando hoy mismo a dar los primerosmpasos para realizarlo.
6.- Resistencia a la consciencia… Nos limitan las ideas, la industria hace todo lo posible por convertirnos en adultos infantiles, consumidores insensatos, enceguecidos espiritualmente por la Televisión, el cine norteamericano, los periódicos prostitutos, el endiosamiento del dinero. Hay un complot hipócrita para destruir a las ideas revolucionarias, para impedir la mutación normal de las próximas generaciones, para diseminar la droga entre las clases oprimidas. Se inculca una aterrada auto-censura. Se tiene miedo del cambio y a nuevas formas de pensar…
Las cosas no son: están siendo. Tú no eres, estás siendo. La sociedad no es, está siendo. La religión no es, está siendo. Lo que ha comenzado hace milenios, seguirá cambiando durante milenios. Sé como el pez de río que es feliz sin intentar detener a la corriente. Haz de tus ideas, sentimientos, deseos y necesidades algo fluido. Piensa esto: las rocas más duras también están cambiando… Observa bien tu habitación: tus muebles de madera fueron árboles. Los objetos de plástico fueron lagos de petróleo subterráneo, tus chalecos de lana crecieron en la piel de una oveja. Quienes ves andar en las calles, antes fueron tierra… ¿De donde venimos? ¿Hacia donde vamos? Venimos de la Conciencia Divina, vamos hacia la Conciencia Divina.
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