Entre la infinidad de atractivos de este sorprendente parque natural, la Minerva Terrace es sin duda una de las más sorprendentes de todas. Situadas en la zona noroeste del Parque, sobre una colina de suave pendiente, un manantial de agua termal fluye de forma intermitente desde hace miles de años, formando lentamente las terrazas de carbonato de calcio más grandes del mundo. El agua proviene de la cuenca subterránea del Géiser Norris y en sus épocas más activas puede llegar a depositar en la ladera hasta dos toneladas de sedimentos de origen calcáreo, creando nuevas terrazas de formas coloridas y caprichosas y ampliándose a su antojo, capturando en su camino árboles centenarios que quedan condenados a una muerte inminente.
Pero la naturaleza es caprichosa y quizás este sea otro de los alicientes de la Terraza de Minerva, durante largos periodos de tiempo, que en ocasiones pueden llegar a ser décadas, el agua deja de fluir y el complejo se seca por completo, el colorido creado por los minerales y las microorganismos que viven en las aguas termales desaparece y todo adquiere un color blanquecino. Desde 1890, se han contabilizado dos periodos de actividad e inactividad, se secó en el año 1900 y no volvió a fluir hasta 1951. En estos momentos continúa fluyendo (con algún periodo breve bajo mínimos), pero nadie sabe hasta cuando lo hará.
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