“La NASA ya está preparada para anunciar que existe vida en otros planetas y Naciones Unidas ya se ha dirigido a nosotros; tiene interés en participar en ese anuncio para transmitir confianza, paz y tranquilidad a los habitantes de la Tierra”, revela desde Washington Mario Pérez, científico de la división de astrofísica de la NASA, jefe de Orígenes Cósmicos de la sonda espacial Kepler y uno de los responsables de la investigación que ha permitido descubrir recientemente siete exoplanetas del tamaño de la Tierra a una distancia de 40 años luz. “Estamos a años de anunciarlo, pero contamos con un protocolo para comunicarlo al mundo, que se ha inspirado en múltiples factores, incluidos algunos precedentes históricos de nuestra civilización, como la reacción de la población europea ante el descubrimiento de América”.
El investigador, de nacionalidad chilena, en una entrevista con Víctor Hugo Pérez en Canarias Radio, se mostró convencido de que no estamos solos en el Universo. “Creo que hay vida inteligente en algún lugar, es muy difícil que todos los huevos estén en la canasta Tierra. Si pensamos en el número de galaxias, estrellas y planetas salen trillones. Es posible que muchos planetas sean calientes, otros fríos, otros gaseosos… pero algunos tendrán las condiciones perfectas para poder sostener vida”, asegura, para añadir que “la NASA tiene un gran interés en encontrar la Tierra 2.0, nuestro planeta gemelo, que aún no se ha hallado, pero vamos a estudiar muchos candidatos”.
El reciente hallazgo anunciado por la agencia espacial norteamericana aporta novedades significativas. La más llamativa es la cercanía a nuestro sistema solar: “Está en nuestro patio”, señala gráficamente Pérez, que recuerda que los 3.500 planetas descubiertos hasta ahora están mucho más lejanos. Pero también porque se trata de siete cuerpos celestes similares a la Tierra, de los que tres de ellos estarían a una distancia suficiente como para que la temperatura en la superficie permitiera la existencia de agua en las tres fases que conocemos: sólida, líquida y gaseosa. “Estas razones hacen que este descubrimiento sea único, el más importante desde que se localizó el primer exoplaneta hace 22 años y nos lleva a la búsqueda de vida. Es muy posible que no estemos solos”, reitera.
Los conceptos cercanía o proximidad son bastante relativos, porque lo que acaban de captar los telescopios es algo que sucedió hace 40 años. Sirva como ejemplo que tardaríamos en llegar a la estrella 54.400 años con la nave Nuevo Horizonte, la más rápida que se conoce, que llegó a Plutón en casi 10 años.
Pero, ¿cómo se ha tardado tanto en hallarlos si están más cerca que los 3.500 descubiertos? La razón es la debilidad del astro sobre el que orbitan, el Trappist-1. “Se trata de una estrella roja, enana, de baja temperatura y relativamente débil en términos de flujos e intensidad, mil veces más floja que nuestro sol”. Las investigaciones revelan que los planetas que están en la zona “habitable” giran alrededor de la estrella en aproximadamente seis días, mientras que la Tierra tarda un año.
Otro aspecto novedoso es que cada planeta “gira sobre sí mismo, pero de una forma en la que no se desliza”, afirma Pérez, “lo cual crea un problema si realmente son habitables, ya que al mostrar la misma cara a la estrella hay una parte que siempre está calurosa y otra, en el hemisferio oscuro, que está congelada”. Precisamente, este factor lleva a pensar a la NASA que encontrar vida es “difícil”.
Aunque anuncia que en los próximos días conoceremos nuevas revelaciones sobre los exoplanetas, queda mucho trabajo por hacer. El siguiente paso será estudiar la atmósfera de los nuevos cuerpos celestes para determinar si existen elementos como oxígeno, vapor de agua, anhídrido carbónico, ozono o metano, que permitan albergar actividad biológica en su superficie. Para ello, el próximo año la NASA, en colaboración con la Agencia Espacial Europea (ESA), lanzará un telescopio de 6,5 metros de diámetro. El jefe de Orígenes Cósmicos del satélite artificial Kepler sugiere “expandir nuestro concepto de definición de vida hasta el nivel microscópico, porque conocer si existe vida inteligente es más difícil de saber”.
El científico recuerda que fue un telescopio “relativamente pequeño” de Chile el que apuntó por primera vez a la estrella central. En 2015 se localizaron tres planetas y las exploraciones del año pasado desde varios observatorios del mundo, entre ellos el del Roque de Los Muchachos, en La Palma, descubrieron el resto.
Para la NASA, una de las conclusiones más sorprendentes es que, contrariamente a lo que se pensaba, los planetas más grandes no son los más comunes. Lo son los de menor tamaño y más rocosos, como la Tierra. “La Tierra es canónica en ese aspecto. Por alguna razón que aún no entendemos, los más pequeños, como Venus, Mercurio, Marte o la Tierra son los más comunes dentro del Universo, mientras que los gigantes, como Júpiter y Saturno, no lo son tanto. Así que no somos tan raros”.
Sobre la importancia del papel que desempeña en la exploración del Universo el Instituto de Astrofísica de Canarias, Mario Pérez no tiene dudas: “En la NASA estamos muy interesados en lo que se hace en las Islas Canarias. Estamos contentos de que el telescopio de 30 metros se haya quedado en el Hemisferio Norte. Y lo digo yo, que soy chileno, pero soy consciente de que tener todos los telescopios en el Sur no es conveniente”.
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