LA CASITA DE ISABEL: Jardín, el Pueblo Casi Secreto de Antioquia-Colombia

La experiencia de Santa Elena (ver los dos diarios anteriores) me había dejado subyugado por la belleza del lugar y la cordialidad de sus gentes, y no imaginaba que mi siguiente destino pudiera competir con Santa Elena, pero sin duda lo hizo y a muy alto nivel.

Me habían hablado de que en Antioquia había unos cuantos pueblos preciosos, de hecho en un viaje anterior había visitado Santa Fé y me había gustado mucho; pensaba recorrer pueblos como Jericó, Salamina, Aguadas y Jardín, pero por culpa del paro cafetero, que tenía bloqueadas unas cuantas carreteras, al final sólo pude visitar Jardín.

Después de una corta parada en Medellín para visitar la imprescindible plaza Botero con sus espectaculares estatuas, tomé un taxi compartido a Jardín, a 134 kilómetros por una carretera de gran belleza, pero que necesita una urgente modernización, ya que el recorrido puede llevarte hasta tres horas.

Cuando llegué a Jardín me pareció que era un hermosísimo pueblo colonial, pero me equivoqué de plano, porque precisamente en 2013 cumple 150 años de vida, así que aunque evidentemente el estilo arquitectónico es colonial, con sus casas bajas de dos plantas con patios interiores y balcones, su fundación se produjo cuando Colombia era ya un país soberano.

Forma parte de la Red turística de Pueblos Patrimonio de Colombia, trece en total, de los que ya conozco seis: Barichara, Villa de Leyva, Santa Fé de Antioquia, Mompox, el Jardín y Honda, todos muy recomendables, excepto este último, que tuvo épocas de gloria por ser punto obligatorio de paso por el río Magdalena, pero que está muy deteriorado actualmente.

Jardin está ubicado al suroeste de Antioquia, limitando al norte con Andes, Jericó y Támesis, al este también con Támesis, al oeste con Andes, y al sur con el departamento de Caldas.

Tiene unos 15.000 habitantes, 100% paisas, que es como se llama a los naturales de Antioquia y otros departamentos vecinos.

La zona estuvo ocupada por indígenas Catíos de la etnia chamíes, pero no fue hasta 1860, en plena época de colonización Antioqueña, que arribaron colonos para instalarse y poblar la región.

Aparentemente, el nombre del pueblo, según cuentan las crónicas, viene de la exclamación “Esto es un Jardín”, que soltaron los colonos cuando llegaron al Alto de las Flores, en el poblado de Sietecueros, y vieron un valle exuberante y selvático, plagado de yarumos blancos y cruzado por dos ríos.

En 1864 llegaron a la zonas varios sacerdotes escapando de Medellín por la persecución ordenada por el General Mosquera, y decidieron fundar allí mismo un pueblo. La iglesia de la plaza principal es una de las más bonitas de Antioquia, de estilo neogótico.

Jardín ha ganado varias veces premios como mejor ornamentado, cuidado y bello, y el Parque Principal es Monumento Nacional desde 1985 y está empedrado con rocas del río Tapartó. Impresiona ver que el lugar y sus costumbres, cron excepción de unos cuantos vehículos y motos, se conservan casi como el día de su fundación hace 150 años.

Los paisas recorren sus calles en hermosos caballos que trotan con paso especial para caminar mejor por las cuestas empedradas, y las terrazas de la plaza principal están llenas, sobre todo al atardecer, de gente tomándose su cafecito o su aguardentico, mientras conversan usando un español delicioso lleno de diminutivos y expresiones antiguas.

La economía del pueblo es principalmente agrícola, con café, plátano, caña de azúcar y fríjol; ganadería vacuna y también son famosas sus truchas, de una truchera a cinco kilómetros del pueblo, preparadas en los restaurantes del pueblo de varias maneras.

El turismo comienza a ser una fuente de ingresos importante, pero no ha impactado negativamente, ya que los casi 40 establecimiento hoteleros están instalados en casas tradicionales y no hay ningún edificio nuevo que rompa la armonía del pueblo. Espero que siga así por mucho tiempo.

Tuve además la suerte de alojarme en un lugar de apertura reciente, el Hostal Selva y Café, que me recomendó una amiga de Medellín, una maravilla enclavada en las tranquilas afueras de un pueblo tranquilo como Jardín, con lago propio, vistas a las montañas, y una dueña encantadora, Alexandra, que da clases gratis de yoga a los huéspedes y también es profesora de danza.

Después de las hiperactivas actividades en Santa Elena, era el lugar perfecto para actualizar Vagamundos y procesar todas las fotos y videos del blogtrip, así que pasé cuatro días despertándome con los pájaros, tomando rico café y frutas de la zona, comiendo trucha, y brindando con aguardiente antioqueño.

Jardín es además un paraíso para los ornitólogos; hay varias especies de aves endémicas en vía de extinción y en octubre llegan al municipio gran cantidad de aves migratorias desde Norteamérica.

En el hostal ponían todos los días frutas como papaya y plátanos para que vinieran las aves, y desde mi hamaca tenía un observatorio privilegiado viendo pasar en procesión pájaros de todos los tamaños y colores.

En 2006, a una hora de Jardín por la pista a Riosucio, se creó la Reserva Natural de las Aves Loro Orejiamarillo con el fin de proteger y promover acciones de conservación de las poblaciones de Loro Orejiamarillo y de Palma de Cera, árbol nacional de Colombia, ambas especies en peligro de extinción.

La reserva tiene una extensión de 188 hectáreas con altitudes entre los 1.900 y los 2.600 msnm. Además del Loro Orejiamarillo, en la reserva hay Colibríes de Frontino, y mamíferos como el Oso de Anteojos y venados. Se encuentra en una zona de bosque húmedo de montaña, con un 97% de bosque natural nativo y dos fuentes de agua que nacen en la reserva.

Tiene capacidad de alojamiento para ocho personas, que pueden realizar senderismo y observación de aves, con bebederos de colibríes y de Grallarias tororoi de urrao.

Además de ver por dentro la Basílica menor, acogedora y bien ornamentada, una visita imprescindible en Jardín es tomar por la tarde el funicular, que en cinco minutos te deja en el Mirador de Cristo Rey, para ver un atardecer espectacular sobre Jardín con vistas de todo el valle.

La guinda de la visita a Jardín fue que en vez de regresar a Medellin me dijeron que había a mediodía una chiva que viajaba por una trocha (pista de tierra sin asfaltar) hasta Río Sucio, ya en Caldas, y que las vistas eran muy buenas.

Así que me instalé en la chiva, y durante tres horas recorrimos 50km de estrecha pista forestal desde los 1.750 msnm de Jardín hasta casi 3.000 msnm, con muy pocas viviendas en el camino y unos valles vírgenes de colores verdes casi imposibles sin Photoshop.

Después de alcanzar la altura máxima hay un pequeño restaurante/mirador de carretera donde hicimos una parada para almorzar, y desde allí ya es todo bajada hasta Río Sucio. Un recorrido turístico de primera, con acompañamiento de música colombiana, una chiva con vistas, y todo por 6€.

En Río Sucio tomé un aburrido bus hasta Manizales para comenzar mi fabulosa ruta por el Paisaje Cultural del Café, pero esa es otra historia que será contada otro día.

“Dale al play” en la presentación de abajo para ver las fotos de Jardín.