La curiosidad humana con respecto al día y la noche, al Sol, la Luna y las estrellas, llevó a los hombres primitivos a la conclusión de que los cuerpos celestes parecen moverse de forma regular. La primera utilidad de esta observación fue, por lo tanto, la de definir el tiempo y orientarse.
La astronomía solucionó los problemas inmediatos de las primeras civilizaciones: la necesidad de establecer con precisión las épocas adecuadas para sembrar y recoger las cosechas y para las celebraciones, y la de orientarse en los desplazamientos y viajes.
Para los pueblos primitivos el cielo mostraba una conducta muy regular. El Sol que separaba el día de la noche salía todas las mañanas desde una dirección, el Este, se movía uniformemente durante el día y se ponía en la dirección opuesta, el Oeste. Por la noche se podían ver miles de estrellas que seguían una trayectoria similar.
En las zonas templadas, comprobaron que el día y la noche no duraban lo mismo a lo largo del año. En los días largos, el Sol salía más al Norte y ascendía más alto en el cielo al mediodía. En los días con noches más largas el Sol salía más al Sur y no ascendía tanto.
Pronto, el conocimiento de los movimientos cíclicos del Sol, la Luna y las estrellas mostraron su utilidad para la predicción de fenómenos como el ciclo de las estaciones, de cuyo conocimiento dependía la supervivencia de cualquier grupo humano. Cuando la actividad principal era la caza, era trascendental predecir el instante el que se producía la migración estacional de los animales que les servían de alimento y, posteriormente, cuando nacieron las primeras comunidades agrícolas, era fundamental conocer el momento oportuno para sembrar y recoger las cosechas.
La alternancia del día y la noche debe haber sido un hecho explicado de manera obvia desde un principio por la presencia o ausencia del Sol en el cielo y el día fue seguramente la primera unidad de tiempo universalmente utilizada.
Debió de ser importante también desde un principio el hecho de que la calidad de la luz nocturna dependiera de la fase de la Luna, y el ciclo de veintinueve a treinta días ofrece una manera cómoda de medir el tiempo. De esta forma los calendarios primitivos casi siempre se basaban en el ciclo de las fases de la Luna. En cuanto a las estrellas, para cualquier observador debió de ser obvio que las estrellas son puntos brillantes que conservan un esquema fijo noche tras noche.
Los primitivos, naturalmente, creían que las estrellas estaban fijas en una especie de bóveda sobre la Tierra. Pero el Sol y la Luna no deberían estar incluidos en ella.
Del Megalítico se conservan grabados en piedra de las figuras de ciertas constelaciones: la Osa Mayor, la Osa Menor y las Pléyades. En ellos cada estrella está representada por un alvéolo circular excavado en la piedra.
Del final del Neolítico nos han llegado menhires y alineamientos de piedras, la mayor parte de ellos orientados hacia el sol naciente, aunque no de manera exacta sino siempre con una desviación de algunos grados hacia la derecha. Este hecho hace suponer que suponían fija la Estrella Polar e ignoraban la precesión de los equinoccios.
ASTRONOMÍA EN LA EUROPA ANTIGUA
Antiguos pueblos que habitaron Europa tuvieron conocimientos avanzados de los movimientos de los astros, matemática y geometría. Realizaron grandes construcciones para la práctica de la astronomía observacional, determinaron los solsticios y equinoccios y pudieron predecir los eclipses.
Sabemos que muchas de las estructuras observan una alineación astronómica. Algunas se orientan hacia los puntos del solsticio, en el horizonte (puntos en donde el Sol se levanta o fija durante los solsticios de verano o invierno). Algunas estructuras señalan hacia ciertas estrellas o hacia la Luna que se levanta o que se fija en días especiales. Otros apuntan hacia Venus. Otros se alinean hacia los puntos cardinales del norte, al sur, este y oeste. Algunos de esos círculos de piedras fueron erigidos de modo que señalasen la salida y la puesta del Sol y de la Luna en momentos específicos del año; señalan especialmente las ocho posiciones extremas de la Luna en sus cambios de declinación del ciclo de 21 días que media entre una luna llena y la siguiente.
La alineación de estructuras megalíticas es de gran interés para las personas que las estudian. Debido a que la alineación puede ser muy complicada, las estructuras deben ser estudiadas caso por caso. Algunas alineaciones resaltan creencias sociales y religiosas de la comunidad, otras alineaciones parecen sugerir la observación deliberada del cielo y de la actividad astronómica.
Los astrónomos de las culturas megalíticas tuvieron unos conocimientos realmente sorprendentes de los movimientos de los astros y de la geometría práctica. Nos demuestran que poseyeron ese gran saber los grupos de grandes piedras erectas (megalitos, algunos de más de 25 toneladas de peso), dispuestas de acuerdo con esquemas geométricos regulares, hallados en muchas partes del mundo.
Cada estructura megalítica es única. Muchos de estos misteriosos monumentos han inspirado leyendas y levantado especulaciones acerca de su construcción y finalidad. Centrándonos en las estructuras megalíticas de Europa, vemos Stonehenge en Inglaterra, Newgrange, en Irlanda, Balnuaran Clava en Escocia, y Carnac en Francia.
Los círculos de piedras le dieron al hombre del megalítico en Europa un calendario bastante seguro, requisito esencial para su asentamiento en comunidades organizadas agrícolas tras el último periodo glacial, unos 10.000 años a.C.
Pero, aunque el europeo primitivo aprendió a servirse del firmamento para regular su vida, siguió adorando los astros, considerados como residencia o incluso como manifestación de poderosos dioses que lo controlaban todo.
STONEHENGE
Localizado a cien kilómetros al oeste de Londres, en la llanura de Salisbury, se encuentra uno de los monumentos milenarios más inquietantes de la humanidad. Con sus colosales rocas, cuyos pesos varían de dos a treinta y cinco toneladas, Stonehenge es la construcción megalítica más fascinante de la historia. Su construcción se remonta a la noche de los tiempos, a civilizaciones que no dejaron a su paso escritos que nos permitieran conocer con seguridad su origen.
Nadie conocía el origen de este complejo megalítico, pero algunos lo sugerían a través de las leyendas y la tradición. Algunos como Geoffrey de Monmouth (aproximadamente 1100-1154 dC.) en la Edad Media, relataba en sus crónicas la creencia popular de que el conjunto era un circulo de gigantes petrificados, de allí que se le conociera como la "Danza de los Gigantes". Pero el mismo escritor del siglo XII nos ha hecho llegar otra leyenda que sugería que las piedras fueron llevadas allí por el Mago Merlín, desde Irlanda, con la ayuda de unos "artefactos", para conmemorar un entierro masivo de bretones. Lo cierto es que al pueblo sajón le recordaban las vigas en las cuales colgaban a los criminales, por lo cual empezaron a conocerlo como "Stonehenge" (La horca de piedra o la piedra del colgado).
El misterio de Stonehenge llegó hasta el rey Jaime I de Inglaterra, quien en 1620 encargo al arquitecto Iñigo Jones investigara todo lo referente al conjunto. El nacimiento de la arqueología estaba aún a un siglo y medio de distancia, por lo que Iñigo Jones hizo lo que sus recursos le permitían. Finalmente llego a la conclusión de que era un templo romano dedicado al Cielo, construido poco después del año 79 dC. Tal vez esto satisfizo al rey, pero hoy sabemos que Iñigo Jones se quedó corto. Stonehenge ya era un conjunto milenario en época del Imperio Romano.
En ese mismo siglo XVII apareció en escena John Aubrey (1626-1697), escritor y estudioso de la antigüedad quien estudió los monumentos megalíticos de Inglaterra, y sugirió por primera vez que Stonehenge era un templo construido por los druidas. Ese mismo siglo William Stukeley realizo un estudio que reiteró y expandió el origen druídico de Stonehenge. Stukeley era masón, parte de una comunidad cuyos orígenes forzosamente han intentado remontarse a tiempos de los druidas y el Antiguo Egipto, por lo cual no extraña que quisiera asociar a su ya dudosa linaje grupal, la magia y misterio de Stonehenge. Sin embargo los druidas, aquellos antiguos sacerdotes celtas, nada tenían que ver con Stonehenge, puesto que dicho complejo megalítico existía desde dos milenios antes. Sin embargo esto dio lugar a inumerables artificios que representaban a Stonehenge como un templo ritual en donde los druidas propiciaban a los dioses de la naturaleza mediante sacrificios humanos. Incluso una piedra que yace en posición horizontal en el centro de Stonehenge fue bautizada como "La Piedra del Altar" o "Piedra de la Matanza", cuando en realidad se trata simplemente de un megalito caído en tierra. La falsa relación entre druidas y Stonehenge llegó a tal punto que una agrupación masónica denominada "Antigua Orden Unificada de Druidas" realizaban al amanecer del solsticio de verano una serie de ritos presuntamente druidas que evidentemente fueron inventados por la imaginativa mente de alguno de sus líderes. Finalmente en 1985 el gobierno británico decidió hacerse cargo de la protección y conservación de Stonehenge y entre sus primeras acciones fue prohibir la celebración de este fraudulento ritual.
El misterio y la magia de Stonehenge continuó en el hablar de la gente. Algunos le atribuyeron poderes curativos, entre ellos el poder de hacer fértil a cualquier pareja que durmiera en sus terrenos. Estos y otras suposiciones hicieron que las iglesias romanas y puritanas consideraran estos sitios como templos paganos, sitios en donde las brujas realizaban ritos en favor de Satanás. Inmediatamente los sitios fueron anatemizados y a punto estuvieron de ser destruidos. Algunas gentes utilizaron sus piedras como material de construcción en los pueblos vecinos, y en no hace muchos años algunas exóticas agrupaciones de presuntas brujas y hechiceros llegaban a celebrar aquelarres en sus inmediaciones.
La edad de la razón empezó a surgir a inicios del siglo XX cuando un investigador logró determinar con un aceptable grado de certeza la edad de Stonehenge. Como muchas veces ha ocurrido en la historia de los grandes descubrimientos, no fue un arqueólogo el que pudo determinar la edad de dicho monumento. Era un astrónomo. En 1901 Sir Norman Lockyer confirmó un secreto a voces que circulaba respecto a Stonehenge: una persona al pie de la "piedra del altar", observando hacia la "piedra talón" podía observar con gran exactitud el sitio por donde sale el Sol durante el solsticio de verano, el 21 de junio. Lockyer confirmo que efectivamente la "piedra de altar" o el centro de Stonehenge se alineaba con la "piedra talón" apuntando al Sol, con tan solo un margen de error de 56 minutos de arco. Sir Norman Lockyer había realizado uno de los más minuciosos estudios de la precesión de los equinoccios, fenómeno por el cual con el transcurso de los siglos el Sol presenta un desplazamiento con respecto a las constelaciones. Suponiendo que los constructores de Stonehenge hubiesen alineado el centro del conjunto con la "piedra talón" con una exactitud total, el calcular los 58 minutos de arco de diferencia con respecto al conocido desplazamiento de precesión, permitiría conocer en que fecha Stonehenge ya se ha erigido como templo solar. Los cálculos de Norman Lockyer le dieron la asombrosa fecha de 1800 aC. Posteriores dataciones con carbono-14 llevaron los inicios de Stonehenge hacia el 2800 aC. Con ello muchas teorías respecto a su origen asirio, micénico o griego quedaron descartadas. Hoy suponemos que alguna civilización neolítica de origen pre-céltico debió ser quien erigió este monumental conjunto.
Esquema de Stonehenge y alineaciones astronómicas.
Hoy conocemos más de la función de Stonehenge. Al igual que la "piedra de altar" y la "piedra talón" se alinean para mostrar el punto de salida del Sol en el solsticio de verano, de igual forma los dos montículos y menhires ubicados junto al foso circular están alineados para apuntar hacia las salidas y puestas de sol durante los solsticios de verano e invierno. También marcan las salidas y puesta de la Luna durante los solsticios de invierno. En otras palabras Stonehenge era un templo dedicado a los movimientos del Sol y de la Luna. Un arcano observatorio astronómico. Por si fuera poco, una autentica revolución se desencadenó a partir de 1961 cuando el profesor Gerald F. Hawkins, astrónomo de la Universidad de Boston, planteó la posibilidad de que Stonehenge fuera utilizado como una calculadora astronómica para predecir los eclipses de Sol y de Luna, además de adoratorio de los doce dioses del zodiaco. Sin embargo muchos de los planteamientos de Hawkins han sido descartados en vista que muchos de ellos han sido válidamente debatidos.
Aunque Stonehenge aun presenta diversos misterios, su finalidad parece hoy más evidente que nunca. Fue un templo para adorar al Sol y la Luna, astros que regían el ciclo de las estaciones. Un calendario que sabiamente observado permitía predecir la llegada de las estaciones en previsión de las actividades de los campesinos y domesticadores de ganado que se dieron el tiempo para edificarlo, y posteriormente también se convirtió en un sitio sagrado. Lugar de ritos funerarios como lo confirman los diversos restos desenterrados en diversas partes del recinto. Con magia y leyenda que aun hoy llega a las creencias de los locales que lo consideraron dueño de poderes curativos.
Su estructura.
Stonehenge cuenta con diversas estructuras entre las cuales podemos destacar las siguientes:
· Trilitos o dolmen: consisten en dos pilares de piedra coronados por un dintel elevado a 4,4 metros de altura. Estos "trilitos" son de piedra llamada "gres silicio" o "sarsen", la piedra del dintel llega a pesar siete toneladas, los pilares pesan 25 toneladas. El conjunto de dinteles y pilares tiene un conjunto de espigas y cavidades ("machihembrado") para que embonen perfectamente una piedra con otra.
· Monolitos o Menhires: son bloques de piedra verticales.
· Cromlech: consiste de un círculo de menhires.
La sección principal consta de un círculo de treinta columnas rectangulares coronadas con dinteles de las cuales diecisiete sobreviven y solo seis dinteles. Este círculo de piedras tiene un diámetro de 29,6 metros y sus piedras son de gres silicio de un color amarillento.
Tres metros al interior existe un segundo anillo de sesenta menhires de cuando mucho dos metros de altura cada uno. Estos menhires son de un tipo de roca eruptiva llamada "piedra azul", durísima y de reflejos azulosos, procedente de Gales. Tal parece que estos menhires tiempo atrás fueron coronados por dinteles de piedra azul. Solo quedan veinte.
Más al interior se encuentra una formación en herradura con cinco trilitos de gran tamaño. El mayor de todos de 8 metros de altura en la parte central. A cada lado dos trilitos de tamaño decreciente. Todos hechos con piedra gres silicio o sarsen.
Dentro de la formación de cinco trilitos se encuentra una herradura interior de 19 menhires de una altura inferior a los 3 metros y tallados a manera de obeliscos en piedra azul.
Finalmente en el centro se encuentra la "piedra del altar" de 4,8 metros de altura de largo, yace sobre el terreno. Esta es una piedra con un alto contenido de aluminio, lo que le da un brillo muy especial al recibir luz solar. Es de arenisca verde.
Al exterior del conjunto circular de piedras hasta ahora descrito se encuentra un conjunto de dos círculos con treinta agujeros cada uno, excavados en roca calcárea, llamados "agujeros Y" y "agujeros Z". En un círculo más exterior se localizan 56 huecos que dan la vuelta al conjunto y que reciben el nombre de Círculos de Aubrey (en honor a su descubridor Sir John Aubrey, siglo XVIII). Este anillo es circundado por un foso circular de 97,5 metros de diámetro, hecho con los restos calcáreos.
Entre los círculos de Aubrey y el foso circular se encuentran cuatro marcas denominadas "cuatro estaciones". Son dos monolitos de 2,74 y 1,22 m respectivamente, y dos montículos de tierra compactada, dispuestos alternadamente.
A 37 metros hacia el noroeste del pórtico de Stonehenge, por el camino de acceso, nos encontramos la "piedra talón" con 6,10 metros de alto, 2,74 de ancho y 2,10 de espesor y un peso superior a las 35 toneladas rodeado de un parapeto y foso circular de 4,87 metros. Las "cuatro estaciones" forman un rectángulo perfecto cuyas caras más cortas resulta paralelas al alineamiento de la "piedra talón" y el camino de acceso que desde el noreste llega a Stonehenge.
¿Cómo se construyó?
Stonehenge representa un colosal esfuerzo de planeación y elaboración. Definitivamente no se hizo de un día, sino que fue tomado diversas formas a lo largo de la vida de cuarenta generaciones. En la actualidad arqueólogos como Richard Atkinson consideran que en Stonehenge hubo tres fases principales de construcción.
La primera fase tuvo lugar hacia el año 2800 aC. Fue entonces cuando se hizo el terraplén y el foso circular. Se pusieron las piedras y los montículos denominados "las cuatro estaciones", así como la "Piedra Talón" en el camino de acceso. Los principales indicadores del Sol y la Luna se encontraban puestos. Además se hicieron 56 orificios conocidos como los círculos de Aubrey.
Secuencia del procedimiento para erigir los trilitos de Stonehenge.
La segunda fase tuvo lugar hacia el año 2100 aC. se erigieron 80 bloques de arenisca azul en un semicírculo o herradura. Estas piedras provenían de las montañas de Precelly, situadas a 320 km en el sudoeste de Gales. Lo más probable es que las transportaron en balsas a lo largo de la costa galesa, entrando por Bristol a lo largo del río Avon. Luego serían llevadas por vía fluvial y terrestre hasta llegar, sobre rodillos, a la avenida de Stonehenge donde se instalarían conformando dos círculos. Cien años más tarde, los bloques de arenisca azul fueron reordenados para ser sustituidos por piedras silíceas que observamos actualmente (un círculo y un semicírculo). Estas piedras se trajeron desde las colinas de Malborough, a unos 30 km al norte. Algunas de estas últimas piedras llegaban a pesar hasta 26 toneladas, su transporte era hecho a base de rodillos, sogas y palancas. Ya en el sitio de su erección, se cavaba un foso y, poco a poco, el bloque era levantado con un conjunto de palancas, vigas y cuerdas hasta que por el ángulo y su propio peso caía en el foso. A base de cuerdas se ponía en posición vertical. Finalmente se construía gradualmente una plataforma para ir subiendo y colocar el dintel de siete toneladas sobre la cima de dos bloques verticales. Las piedras eran talladas en un ingenioso juego de espigas y cavidades para que columnas y dintel embonaran a la perfección. Los materiales del semicírculo anterior se utilizarían para una segunda herradura en el interior del círculo principal. Se excavan en la parte externa del conjunto una serie de orificios para erigir un doble circulo de piedras azules (círculos de Aubrey), pero ésta construcción nunca se lleva a cabo.
La tercera fase tiene lugar hacia el 1500 aC. cuando las piedras azules fueron nuevamente retiradas para instalarse en sus posiciones actuales en el interior del circulo, a la vez que se alzaba al frente de los trilitos la llamada piedra de Altar, que fue acarreada desde el sur de Gales.
Finalmente hacia el año 1100 aC. Stonehenge fue abandonado.
NEWGRANGE
Newgrange, que está situado en 53°41′39.4″N 6°28′36.6″O 53.694278, -6.476833, es uno de los pasajes funerarios del complejo Brú na Bóinne en el Condado de Meath y el yacimiento arqueológico más famoso de Irlanda.
Fue originalmente construido aproximadamente entre 3300-2900 a. C., de acuerdo con fechas del carbono 14 (Grogan 1991), esto le hace 500 años más antiguo que la Gran Pirámide de Giza de Egipto, y 1.000 más que Stonehenge (aunque las primeras etapas de Stonehenge son aproximadamente de la misma época que Newgrange). Permaneció perdido durante más de 4 000 años debido a una disminución del montículo hasta que en el siglo XVII fue descubierto por gente que buscaba piedras para la construcción, y lo describieron como una cueva.
Newgrange fue excavada y restaurada en su mayoría entre 1962 y 1975 bajo la supervisión del profesor Michael J O'Kelly, del Departamento de Arqueología de la University College Cork (O'Kelly 1986). Consiste en enorme montículo hecho de piedra tallada por el hombre y turba en el interior de un círculo de 97 grandes guardacantones coronado por un muro inclinado hacia adentro de cuarzo blanco y granito. La mayoría de las piedras proceden de las inmediaciones de la construcción, aunque las piedras de granito y cuarzo de la fachada fueron transportadas desde lugares más lejanos, seguramente desde Wicklow y la bahía de Dundalk, respectivamente.
Por el interior del montículo transcurre un pasaje de 18 metros que se adentra hasta un tercio del diámetro y lleva a una cámara cruciforme. La cámara funeraria tiene un techo en voladizo que se eleva abruptamente hasta una altura de unos 6 metros. El tejado ha permanecido casi intacto durante más de 5.000 años.
Parece que Newgrange se usó como una tumba. Los huecos en la cámara cruciforme aguantan grandes cuencas de piedra dentro de las cuales estaban situados los restos incinerados de aquellos colocados para descansar. Durante la excavación, sólo se encontraron los restos de cinco individuos. Se especula que el Sol formaba una parte importante en las creencias religiosas de la gente del Neolítico que lo construyó. Antiguamente el montículo estaba rodeado por un anillo exterior de inmensas piedras derechas, de las cuales hay doce de unas treinta y siete posibles que permanecen. Sin embargo, parece que el círculo de piedra que rodeaba Newgrange no es contemporáneo con el monumento en sí sino que fue situado allí unos 1.000 años después en la Edad del Bronce.
Consciente de una tradición local según la cual la cámara funeraria se iluminaba por el sol en un determinado momento del año, O'Kelly investigó si esa piedra (a la que denomina 'roof-box', tenía alguna función solar. Encontró entonces que el día del solsticio de invierno, cuatro minutos y medio después del amanecer, un rayo de sol atravesaba la 'roof-box', entraba al pasadizo e iba a iluminar el suelo de la cámara principal, dieciocho metros más allá, durante al menos 20 minutos. Esto es lo que ocurre en nuestros días. Sin embargo, cuando el monumento fue construido, la primera luz que entrara en el día del solsticio lo habría hecho en forma de un estrecho rayo que biseccionaba exactamente la cámara. Precisos estudios astronómicos han permitido deducir que este rayo accedería incluso a una de las tres alcobas de la cámara funeraria y se proyectaría sobre una figura en espiral de tres hojas que existe sobre su pared (Ray, 1989).
El interesante trabajo de T.P. Ray, investigador de la Escuela de Física Cósmica, del Instituto para Estudios Avanzados de Dublín, demuestra que la estructura de la tumba, en particular la enigmática 'roof-box', el alineamiento del pasadizo y la orientación de la cámara funeraria, no son resultado del azar. Alguien, muy avezado en tales lides, diseñó el recinto para que fuera posible trazar la ruta del sol en el solsticio. Esto significa que Newgrange antecede a las estructuras astronómicas de Stonehenge en alrededor de 1000 años y podría tratarse de la estructura orientada astronómicamente más antigua que se conoce (Ray, 1989).
La Ciencia no nos dice mucho más -y no es poco- que la construcción de Newgrange obedece a un plan prediseñado por el hombre megalítico en su interés por conocer la ruta del sol solsticial. No nos habla, no puede hacerlo, de los autores, de los dueños de tan magnífico sistema astronómico, poco de sus funciones (un gran calendario o simplemente un fin ritualista, habida cuenta que hablamos de la iluminación de una cámara funeraria).
BALNUARAN DE CLAVA
No lejos de Loch Ness, donde las montañas verdes de Escocia se levantan y caen, hay tres gigantes hitos de piedras. Se llaman, el Balnuaran de Clava.
El Balnuaran de Clava, tumbas gigantes encajonadas en piedra, se encuentran cerca de Inverness, en Escocia. Su estructura es similar a la tumba de Newgrange, de Irlanda, en donde las piedras encajonan una recámara de entierro. Huesos humanos fueron encontrados en dos de los hitos. Los arqueólogos creen que era un lugar de entierro común, pero una tierra de entierro para los miembros masculinos y femeninos de la élite de esta comunidad neolítica.
Al igual que otros sitios megalíticos, este sitio tiene una alineación astronómica. Dos de los tres pasajes de entrada hacia el hito están alineados exactamente con la posición de descenso del Sol, con respecto al solsticio de invierno. De manera que es posible que en algún momento este sitio haya sido usado para la astronomía.
CARNAC
Alineamientos de Carnac es un conjunto de alineamientos megalíticos de Francia. Es el monumento prehistórico más extenso del mundo. Está situado al norte y en las afueras del pueblo del mismo nombre, junto al Golfo de Morbihan (departamento de Morbihan, Bretaña). Está incluido en el patrimonio histórico de Francia.
Los menhires de Carnac fueron levantados durante el Neolítico en un proceso de siglos de duración, entre el 4500 y el 2500 a.C, por comunidades sedentarias que vivían en grandes casas de madera y barro y practicaban la agricultura y la ganadería. El papel de Carnac como asentamiento tiene una antigüedad de 6000 años, constituyendo el enclave arqueológico más viejo de toda Europa.
Los alineamientos de Carnac totalizan unos 4000 menhires, repartidos en 40 hectáreas de superficie y 4 km de longitud. Se dividen en cuatro áreas: Le Ménec, Kermario, Kerlescan y Le Petit Ménec. Le Ménec se encuentra a la derecha de la carretera que atraviesa el lugar, y Kermario, Kerlescan y Le Petit Ménec a su izquierda.
Le Ménec
El conjunto más importante es el de Le Ménec, formado por 1099 menhires dispuestos en 11 hileras de 100 m de ancho por 1,2 km de largo. El alineamiento está flanqueado en sus dos extremos (este y oeste) por crómlecs (círculos de piedras). El crómlec occidental está compuesto por 70 menhires y mide 100 m. El crómlec oriental está muy deteriorado, pero aún sobrevive. El alineamiento recibe su nombre del caserío Le Ménec, que se halla en el extremo occidental. Las piedras situadas al oeste son las más grandes, llegando en algunos casos a los 4 m. Su tamaño va reduciéndose a lo largo del alineamiento hasta alcanzar sólo 90 cm en el extremo oriental. Las hileras no son rectas, sino que describen una suave curva hacia el noreste.
Kermario
El alineamiento de Kermario, al este de Le Ménec, es el más conocido y también el más frecuentado. Posee 982 menhires en 10 hileras que se extienden a través de 1,2 km. En Kermario se hallan las piedras más grandes de Carnac: la mayor tiene más de 7 m de altura. Los menhires de Kermario, como los de Le Ménec, van disminuyendo de tamaño a medida que se aproximan al límite oriental, donde hay tres grandes rocas que forman una línea perpendicular a los alineamientos. No lejos de Kermario está el cuadrilátero de Manio, un recinto o túmulo funerario delimitado por una serie de piedras de 1 m de alto que forman un cuadrado. También se halla próximo el Gigante de Manio, un menhir solitario con una altura de 6 m. Entre el alineamiento y la zona de Manio aparece el estanque de Kerloquet, cuya creación en el siglo XIX destruyó una parte del alineamiento.
Kerlescan
El alineamiento de Kerlescan, al este de Kermario, consta de 540 piedras, organizadas en 13 hileras de 139 m de ancho y 880 m de largo. En su extremo occidental hay un crómlec de 39 menhires. Es el alineamiento mejor conservado.
Petit Ménec
Más al este aún, en un bosque situado más allá de la carretera que conduce a La-Trinité-sur-Mer, se encuentra el alineamiento de Le Petit Ménec, recientemente restaurado, con 100 piedras. Se sospecha que Le Petit Ménec es en realidad una prolongación de Kerlescan.
Función
Antaño se habían formulado diversas teorías para explicar la presencia de los menhires , algunas muy peregrinas: vestigios del Diluvio Universal, restos de un campamento romano, balizas para la navegación, etc. Jerome Penhouet sugirió en 1826 que los alineamientos podían ser el fósil de una enorme serpiente que se habría desplazado sobre Bretaña en eras prehistóricas. Otros creían que eran enormes avenidas que habían conducido a antiguos templos hoy inexistentes.
La explicación más aceptada entre los científicos es que los menhires son tumbas y el conjunto una gran necrópolis (como la mayoría de los monumentos megalíticos). Tal vez pudiera haber tenido otro fin además del funerario, pero se desconoce.
Sin embargo, algunos autores han postulado hipótesis de tipo arqueoastronómico para explicar la razón de ser de Carnac. El escribano francés Jacques Cambry fue el primero que aventuró, en 1794, la idea de una relación con los cuerpos celestes. En 1970, el ingeniero inglés Alexander Thom retomó la idea y aplicó a Carnac los estudios que el astrónomo Gerald Hawkins había realizado sobre Stonehenge. Afirmó que Carnac es un observatorio astronómico, donde las hileras de menhires y sus perpendiculares están orientadas hacia los puntos solsticiales y equinocciales de salida del Sol, creando así un calendario que permitía predecir las etapas importantes de la vida agrícola. Según Thom, el gran menhir caído de Locmariaquer era el centro de un inmenso observatorio astronómico apto para predecir eclipses. Sus mediciones indican que desde el gigantesco menhir era posible observar las ocho posiciones extremas de la Luna. También propuso que los alineamientos de Carnac eran calculadoras solares, utilizadas para corregir las irregularidades observadas en los movimientos de la Luna. El inmenso menhir caído de Locmariaquer, conocido como Er Grab (la Piedra de las Hadas), medía más de 20 metros de alto y se cree que estaba en combinación con menhires hoy desaparecidos.
. La piedra más importante de este observatorio debió ser el megalito conocido como Er Grah (Piedra de las Hadas), o Le Grand Menhir Brisé, así denominado por estar roto en la actualidad. Quedan de él cuatro grandes fragmentos, en el extremo de un antiguo montículo de tierra, cerca de Locmariaquer. Antes de que fuese derribado por un terremoto en 1722, media más de 20 m de altura. El trasporte y el levantamiento de esta piedra, de más de 350 t de peso, debió suponer una hazaña de la ingeniería. Los estudios de Thom demostraron la relación de la Piedra de las Hadas con otros elementos del conjunto. Utilizando como punto de referencia el megalito, se pueden trazar líneas de salida y puesta de la luna desde montículos y piedras situados hasta a 13 km de distancia.
También es válida la hipótesis de que los miles de piedras de los alineamientos y las avenidas no fuesen utilizados sólo para observar movimientos astronómicos, sino también para efectuar los cálculos correspondientes, ya que, según el profesor Thom, las rocas forman una especie de "papel cuadriculado o litografía megalítica". A pesar de las irregularidades actuales, producidas por el desgaste de los siglos y por la reinstalación incorrecta de piedras caídas, Thom opina que los antiguos astrónomos diseñaron el conjunto en base a líneas rectas y formas geométricas. Es decir, las avenidas megalíticas podrían constituir los restos de un instrumental astronómico neolítico.
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