Algunos lo llaman fluidez en el vestir, otros moda binaria o sencillamente tendencia agender. La moda sin géneros de la que tanto se habla últimamente apuesta por un armario polivalente compuesto por prendas que no se identifiquen específicamente ni con el hombre ni con la mujer. En esta dirección han ido dos de las corrientes estéticas más populares sobre la pasarela últimamente: el normcore y el athleisure. Ambas han puesto de moda los diseños funcionales y deportivos, perfectamente encajables en un armario unisex. Pero lo de las líneas indeterminadas parece evidenciarse más en el caso de las propuestas femeninas, que en el de las masculinas.
Visto lo visto sobre las pasarelas masculinas de cara al próximo verano, parece que más que matizar las propuestas masculinas el camino hacia el ungendered pasa por afeminarlas. Y es que por mucho que diseñadores como J.W.Anderson o la flamante ganadora del último premio LVMH, la talentosa Grace Wales Bonner, defiendan una visión creativa contraria a la idea de géneros a la hora de vestir, estamos tan contaminados en relación a qué elementos son supuestamente femeninos y cuáles masculinos, que por mucho que se tienda a la neutralidad siempre tendremos una visión algo viciada.
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