De Sirio se ha dicho muchas cosas. Ha sido siempre ese
diamante cegador que atraía las miradas de los hombres de todos los tiempos,
pero sólo ahora, hace unos pocos años, se ha sabido que entre las muchas
razones por las que las más antiguas culturas levantaban la mirada a Sirio,
estaba la más importante: De ese sistema, regido por la “hermana negra” de
Sirio podrían haber llegado los dioses que trajeron el conocimiento a la
humanidad terrestre. Ellos fueron los “hijos de Dios”, de “Enoch”, los oannes
anfibios que civilizaron Súmer, los que erigieron el imperio egipcio sobre dos
de sus enviados: Isis y Osiris; ellos, quienes aleccionaron a toltecas y mayas…
¿Pero quién dice esto?
Simplemente una tribu primitiva: los dogon, ahora
radicada (o mejor erradicada) en la más pobre de las zonas de Mali, en Africa.
Y lo vienen diciendo desde hace milenios. Y también desde hace milenios hablan
de esa “hermana negra” (por ser invisible) de Sirio, dando toda clase de
detalles en torno a esa estrella que no se ve. Porque los dogon sabían hace ni
se sabe cuántos años lo que ahora empieza a conocer nuestra supertecnificada
ciencia.
SIRIO B, LA “HERMANA NEGRA” DE LOS DOGON
Si bien es cierto que Sirio
fue conocida desde los tiempos más remotos, sólo en 1834, el astrónomo alemán
Friedrich W. Bessel estableció el adecuado movimiento de Sirio, observando, con
desagrado, que Sirio no se comportaba debidamente, puesto que se desplazaba con
un movimiento extrañamente ondulado. Debía haber, por tanto, otro cuerpo
estelar que perturbaba la trayectoria de Sirio. Y estamos hablando de Sirio, de
una estrella 26 veces más brillante que el Sol y que se encuentra a sólo 8,5
años luz, una muy corta distancia cuando se trata de mediciones estelares. O
sea, se desconocía casi todo lo referente a nuestra vecina de al lado. Y sólo
en el año 1851 pasamos a conocer algo más. En aquel año, otro astrónomo,
Peters, dio un nuevo paso al calcular la órbita del cuerpo estelar perturbador.
Su deducción fue que el período del par era de 50 años; y como del estudio del
par se podían deducir las masas de sus componentes, el cálculo arrojó para ese
cuerpo perturbador, al que se denominó Sirio B, una masa equivalente a la de
nuestro Sol. Pero si así era, si medía tanto como nuestro Sol, ¿cómo podía
aceptarse que siguiera invisible, encontrándose a sólo 8,5 años luz, la misma
distancia que su gemela, la luminosa Sirio, ahora Sirio A? Pero Sirio B seguía
siendo un enigma y sólo en 1915 W. S. Adams, desde el observatorio de Monte
Wilson, comprendió que Sirio B era lo que llamaron una “enana blanca”. Y todo
eso lo sabían los dogon hace ya 5.000 años. Lo sabían, simplemente, porque, como veremos en el desarrollo de este
artículo, al igual que los egipcios, con quienes convivieron, conocieron a los
Instructores, a esos seres, considerados hasta ahora como legendarios y que,
procedentes del sistema de Sirio, convivieron con los hombres, dándonos no sólo
el conocimiento, sino también el primero de los Cristos.
KEPLER SABÍA MUY POCO
Ante todo, los dogon consideran que la estrella más importante es Sirio B. Y
añaden que es invisible. Naturalmente aquí surge la primera pregunta. Si es
invisible (y lo es, salvo para telescopios muy potentes) ¿cómo sabían ellos que
existía y cómo conocían su composición, órbita, etc?
Los dogon.
Más adelante
describiré, con todo detalle, los sorprendentes relatos de los dogon, en los
que hablan de avistamientos de naves por sus antepasados; naves que aterrizaron
y de las que surgieron seres anfibios que convivieron con ellos. Pero sigamos
con los conocimientos astronómicos de los dogon. Para ellos, Sirio A, a pesar
de su luminosidad, no es importante pues, como hemos escrito anteriormente, su
interés se centra en Sirio B, a la que llaman “potolo”: “tolo” significa
estrella y “po” es el nombre dogon del cereal oficialmente conocido como
“digitaria exilis”, un cereal de grano minúsculo; de aquí que denominen “po” a
la diminuta Sirio B. Los dogon conocían las leyes de Kepler y algunas más, al
igual que la órbita exacta de Sirio B, que dura 50 años. Asimismo sabían
también que Sirio B gira sobre su eje. La Astronomía científica no ha podido
calcular todavía el tiempo que tarda Sirio B en dar una vuelta sobre sí misma,
pero se admite que muy posiblemente sea un año terrestre como afirman los dogon
y algunos astrónomos, sorprendidos por los exactos conocimientos de esta etnia
africana.
¿EXISTE UN SIRIO C?
Pero la sorpresa es que los dogon hablan de una
tercera estrella en el sistema de Sirio, a la que llaman estrella “Emme ya”. Al
comparar esta otra Sirio (que sería Sirio C) con Sirio B, dicen que es cuatro
veces más ligera y que describe una trayectoria más larga en la misma dirección
y en el mismo tiempo; y que los radios de Sirio B y Sirio C se encuentran en
ángulo recto. Asimismo aseguran que Sirio C tiene un satélite, que representa
el sol de las mujeres, al que se denomina “estrella de las mujeres” o Cabrero,
como guía de Emme ya. Llegados a este punto, debemos volver a la Astronomía
moderna y decir que Fox afirmo en 1920 haber visto a Sirio C. Y en años
posteriores otros astrónomos también dijeron haberla detectado. Pero luego
Sirio C se ha esfumado, lo que no impide que ciertos “tambaleos” de las otras
estrellas hagan pensar que, en efecto, Sirio C existe. Por otro lado, cabe
destacar que los dogon mezclan sus conocimientos astronómicos con un complicado
sistema mitológico y de ritos ancestrales. Esto, que no impide la donación de
datos astronómicos claros y precisos, ofrece además una simbología digna de
estudio.
NOMMO: EL CRISTO DOGON
Dejando a un lado que cuando nuestra
civilización creía que el Sol daba vueltas en torno a la Tierra, los dogon
sabían ya que el giro de la Tierra sobre su eje es la causa de que el cielo
parezca dar vueltas, y dejando a un lado también otros muchos conocimientos
astronómicos que sorprenden, pero que, por ser tantos, resulta imposible
reseñarlos en su totalidad, hago hincapié en el concepto “placenta”, nombre con
que los dogon simbolizan todo un sistema de estrellas o planetas. Y destaco
esto porque a nuestro sistema solar lo denominan la placenta Ogo (el Zorro),
algo así como una placenta enferma, que hay que redimir, en tanto que el
sistema de la estrella Sirio es, a entender de ellos, la “placenta de Nommo”,
nombre con el que se designa al hijo de Amma, gran héroe cultural y fundador de
la civilización que llego de las estrellas de Sirio. Los nommos, por extensión,
serían esos seres anfibios, simbolizados por el pez, que nos vinieron a
redimir. Ante todo, ellos definen a esas criaturas, procedentes del sistema de
Sirio, como seres anfibios; poseen incluso dibujos que de ellos hicieron sus
antepasados.
Los relatos de los dogon hablan de naves que aterrizaron, y de las
que
surgieron seres anfibios que convivieron con ellos.
En efecto la Ciencia
admite que la vida en el sistema de Sirio, dada la estructura gemela de las
estrellas y su terrible radiación, tiene que ser una vida planetaria con
predominio de zonas húmedas y acuosas. Y esto es lo que afirman los dogon,
añadiendo además, que esos seres anfibios llegaron a la Tierra en un “arca”, la
dibujaban circular, que daba vueltas sobre sí misma. Es curioso destacar que
los dogon creen que Nommo bajó primero a la Tierra porque nuestro planeta es,
precisamente, “el lugar donde el cordón umbilical de Ogo, el Zorro, estaba
unido a la placenta de nuestro sistema Solar.” O sea que Ogo, el Zorro, utilizó
nuestro planeta para unirse a la placenta solar. Y todo parece evidenciar que
por Ogo, los dogon entienden el propio hombre, una especie enferma, de
inteligencia imperfecta, que dudan si “descendió” o surgió en la propia Tierra.
Pero lo que sí está claro, y así lo afirman los dogon, es que Ogo se reveló
contra su creación quedando de este modo, inacabado.
Sería algo así como
nuestro concepto de Lucifer. Y los dogon dicen que una y otra vez, con el fin
de expiar nuestra impureza, el Nommo muere y resucita, sacrificándose por
nosotros, para purificar y depurar la Tierra. Los paralelismos con Cristo son
extraordinarios, hasta el punto de que Nommo es crucificado en un árbol, forma
un ágape eucarístico para la humanidad y luego resucita. Y se nos dice que
Nommo vendrá otra vez. En el cielo volverá a aparecer cierta “estrella” que
será el testimonio de la resurrección de Nommo. Tal vez fueron aquellos
visitantes a los que los dogon denominaron nommos quienes verdaderamente
“aplastaron al Zorro” que hay en nosotros, quienes prácticamente destruyeron a
Ogo y nos han dado la totalidad de los mejores elementos de civilización que
poseemos.
Si tenemos en cuenta que la raíz de la palabra “nommo” es nomo, que
significa “hacer que uno beba”, se nos hace más claro el sentido del texto
dogon: “El Nommo dividió su cuerpo entre los hombres para alimentarlos, por eso
se dice también que como el Universo había bebido de su cuerpo, el Nommo
también hizo que los hombres bebieran. Asimismo, dio todos sus principios
vitales a los seres humanos”. Recordemos que, según los dogon, fue crucificado
en un árbol de Kilena, donde murió, pero resucitó. ¿Les recuerda algo todo
esto?
Artículo publicado en MysteryPlanet.com.ar: Los instructores de Sirio http://www.mysteryplanet.com.ar/site/?p=1166
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