Muchos ven a los masones como miembros de una organización radicalmente hermética, con hermandades secretas a lo largo del mundo, poderosos y peligrosos rituales y conocimientos insospechados. Otros creen que los masones quieren controlar el mundo y tienen infiltrados en todos los grandes hilos del poder mundial, y hasta hay quienes piensan que adoran al mismo Lucifer…
¿Qué combate la masonería? “La ignorancia, la superstición, y las tiranías”, diría un masón, y sin embargo persisten las preguntas: ¿Quiénes son? ¿Cuáles son sus prácticas? ¿Para qué se juntan? ¿Por qué usan rituales? ¿Qué hay y qué pasa dentro de las puertas de sus templos?
La masonería está rodeada de legendas, mitos y misterios. El camino de cualquier persona que quiera develarlos deberá comenzar en un lugar pequeño, generalmente ubicado bajo tierra. Así comienza la iniciación de un masón. Con los ojos vendados, el futuro iniciado es conducido a una habitación que está aislada, húmeda, oscura, y a la que solamente unos pocos tienen acceso.
El cuarto de reflexiones es la puerta de entrada a los misterios de la masonería. Son misterios que los masones ocultan de los que llaman “profanos”, y que solo protegiendo su identidad son capaces de revelar.
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Dice María Eugenia Vázquez Semadeni, historiadora de la U.C.L.A.: “El que pretende ser iniciado debe pasar ahí la noche, solo con una vela, sal y agua, y reflexionar sobre su propia muerte, su finitud, sobre la infinitud del universo. Este tipo de vivencias, lo que pretenden es que el masón abra su mente, que conciba su pequeñez pero también su perfectibilidad”. Cada elemento presente en el gabinete o cámara de reflexión, busca concientizar al futuro iniciado sobre el cambio que deberá realizar en su vida si desea convertirse en masón. La vela, le recuerda la luz interior que busca; todos los elementos presentes tienen un sentido alquímico que representa el conocimiento de uno mismo y el poder de la transformación. El vaso con agua, el pan, la sal, el mercurio y el azufre. Y en la pequeña sala está presente la calavera, símbolo de la muerte.
En cuanto a este ritual de iniciación, grandes masones se han pronunciado así:
Jorge Alejandro Avilés, Gran Maestro de la Gran Logia Valle de México: “Eso es lo que define la iniciación. Tú estás en un estado y pasas a otro de una manera importante. Parece que no pero te transforma, y un día te das cuenta de que no eres el mismo que eras cuando llegaste aquí”
Manuel Jiménez Guzmán, Gran Comendador del Supremo Consejo de México: “Reconocerme a mí mismo, el poner a prueba mi capacidad, mi valor personal, mi hombría de bien, y mi capacidad para resolver lo que la masonería en la iniciación plantea”
Ángel Jorge Clavero, Gran Maestre de la Gran Logia de Argentina: “A uno lo sientan en una habitacion, y le piden que escriba lo que siente, y uno escribe en sí la sensación que tiene, y el por qué del ingreso, qué espera de la institución que lo va a acoger, etcétera”
El ingreso a la masonería es voluntario, el candidato debe ser presentado por un masón y ser entrevistado. Y luego de que su admisión es aprobada por los demás hermanos, el candidato debe estar dispuesto a transformar su forma de vivir y de ver el mundo.
Bajo la cálavera que el iniciado ve en la cámara, está escrito “V.I.T.R.I.O.L.”, que es un acróstico extraído de “Visita Interiora Terras Rectificatur Invenies Ocultum Lapidum”, frase latina que traducida al español significa “Visita el interior de nuestra tierra, que rectificando encontrarás la piedra oculta”. El hombre profano debe morir para renacer como masón, debe preguntarse qué deja, cuál sería su testamento si el día de hoy fuese su último día. En la cámara de reflexión, el iniciado tiene la oportunidad de arrepentirse y se enfrenta a estas palabras: “Si sientes miedo o tiemblas ante la verdad, abandona este recinto… Si eres débil o no tienes voluntad, retírate… Aún es tiempo”. Pero si decide seguir, debe comprometerse a guardar, aún en las peores condiciones, un conocimiento secreto. Estos misterios se transmiten en parte a través de ritos que por siglos han permanecido en las sombras, ocultos en templos, escondidos de la mirada del común de los mortales. ¿Por qué esconderían con tanto cuidado sus rituales? Principalmente porque estos tienen un poder transformador.
Ahora, y al salir de la sala de reflexión, se inicia la siguiente etapa del ritual de iniciación. Siempre con los ojos vendados, el iniciado avanza hasta que, cuando ha llegado al templo, se le quita la venda para que vea la magnificencia del lugar en que se encuentra, dentro del cual están sus hermanos masones, que habrán de recibirlo fraternalmente. Sin embargo, antes de que se le quite la venda, se lo somete a una serie de pruebas físicas e intelectuales, algunas de las cuales implican el darse cuenta de que allí, entre los masones, carecerá de la comodidad inherente a las certezas que ha guardado hasta el momento presente de su vida, por lo que la decesión que tomará es difícil y debe ser reflexionada. En este contexto, en Argentina se emplea un tipo de sillas, que participan en las pruebas que el iniciado experimenta sin poder ver nada.
María del Carmen Mendoza, Gran Maestra de Insurgentes de la Era de Acuario, opina al respecto lo siguiente: “Con estos ejercicios físicos y mentales, se quiere ver cuál es la respuesta de la persona que pretende ingresar”. Entretanto, ésta es la opinión de Jorge Alejandro Avilés, Gran Maestro de la Gran Logia Valle de México: “Se hacen unas pruebas que son definitivas para todos nosotros, y lo mejor de todo es caer en ellas, porque es lo que te permea y te enseña, y te hace madurar dentro de la masonería en el sentido de que empiezas de cero”
Así pues, a partir de la primera iniciación, comienza un camino que puede llegar hasta los 33 grados. Cada grado tiene lo que los masones llaman un “mito fundacional” que le da sentido, cada ceremonia es un rito de paso con diferentes enseñanzas. En ese proceso con 33 escalones, el masón va incorporando gradualmente sus conocimientos.
Por otro lado la masonería, en el contexto de sus rituales, pena con la muerte al traidor, cosa que actualmente es más algo que queda en el papel y no se traduce en hechos, aunque en el pasado no siempre fue así… Pero no por ello el rigor se ha perdido, y así, se dice que los masones buscan dominar sus palabras y sus emociones, intentando superarse constantemente en la rígida disciplina inherente al sistema de reglas de la institución. Sin embargo, todo este estricto orden no quita que la masonería procure hacer de sus miembros seres pensantes, analíticos, perspicaces y con sus propias opiniones. Y es que, en última instancia, el propósito de fondo del masón es la búsqueda de un saber superior; pues, como dijo el ya citado Jorge Alejandro Avilés, “la masonería se traduce en conocimiento, eso es la masonería”. Pero esto puede detallarse más, y aquí nos sirven las palabras de Manuel Jiménez Guzmán, Gran Comendador del Supremo Consejo de México, para quien el masón busca “investigar al universo y sus símbolos”, y practicar “la interpretación de la cultura, de la política, de la filosofía, de las ciencias exactas, y de la ciencia y la tecnología”
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En Latinoamérica hay decenas de miles de masones organizados en distintas logias, ordenadas en distintos ritos o vertientes, algunas de origen local como el Rito Nacional Mexicano, y otras cuyas jurisdicciones pueden rastrearse hasta organismos masónicos europeos, principalmente franceses e ingleses. Actualmente el rito más practicado es el “escocés antiguo”
Roberto Neumarkt, Gran Comendador del Supremo Consejo de Argentina: “Desde el punto de vista administrativo, la Gran Logia maneja los grados 1 al 3 con determinados simbolismos, pues son grados simbólicos; y nosotros, los del Supremo Consejo, manejamos los grados 4 al 33, que son los llamados “filosóficos” o “escocistas” ”
Entre las primeras cosas que aprende el iniciado, están las señas y saludos que los masones utilizan para reconocerse secretamente. Lo que los masones llaman “toque” o “tocamiento”; un saludo que, de acuerdo a la posición de los dedos, representa una jerarquía u otra. Por ejemplo, el toque para el grado primero o de aprendiz, implica presionar con el pulgar derecho la primera falange del dedo índice del otro.
La masonería adoptó ese sistema para pasar desapercibida y para conocerse entre los hermanos sin que otros se den cuenta. Porque nadie que no esté adentro puede comprender lo que sucede entre los hermanos. Dos personas que nunca se habían visto la cara y que espontáneamente sienten un vínculo de amor fraterno por comprender que son hermanos masones. Estos saludos son un idioma universal de la masonería, que permite la comunicación parcial cuando dos hermanos masones no tienen una lengua común. Además de las señas y saludos, hay palabras que, junto a lo anterior, permiten el retejamiento, entendido como método que el masón emplea para saber si tal o cual persona es realmente masona. Ahora, y a más del saludo, cada grado masónico tiene sus inalterables modos de reconocimiento.
Para entrar al templo, es necesario conocer las contraseñas y señales. En relación a los grados, cada grado tiene sus contraseñas y señales de ingreso, y si alguien comete errores al manifestarlas, simplemente no podrá entrar. Sin embargo, y como es de suponer, con la debida autorización un profano podría entrar a un templo masón, aunque esto es extremadamente improbable de darse. Dentro de sus templos, los masones tienen reuniones privadas para practicar rituales o discutir asuntos en el contexto de una liturgia que así lo dispone. Gestos, señales, palabras, forma en que se camina, ubicación de los puestos, vestimenta, elementos del escenario, absolutamente todo tiene un sentido claro en el ámbito de las prácticas masónicas que tienen lugar en los templos. Así, los que están sentados en los costados hablan primero, los que tienen más experiencia están sentados en la cabecera. Siempre, sea cual sea el tema que se trate, el empleo de simbolismos se hace presente, pues esto constituye parte esencial de la metodología comunicativa de la masonería.
Los masones se reúnen regularmente, y celebran “tenidas” tanto abiertas como cerradas para tratar diversos asuntos, desde celebrar iniciaciones, hasta ceremonias de reconocimiento conyugal, o rituales que giran en torno a la muerte, tales como las “tenidas fúnebres” para recordar a los masones muertos, que en su simbolismo incluyen miel, leche y vino, elementos estos que son arrojados sobre un ataúd para simbolizar las tres etapas de la vida: la miel es la pureza e inocencia de la niñez; la leche, la fuerza y la vitalidad de la etapa adulta; y el vino representa los placeres de la vida y la sabiduría de la vejez. El número tres es el número masón, y recorre todo el simbolismo de la institución; por lo que, en lo que son las “tenidas fúnebres”, los hermanos dan tres vueltas en torno al ataúd, y se golpea a éste tres veces con un mazo, simbolizando un golpe el nacimiento, otro la etapa media de la vida, y el restante el último suspiro previo a la muerte.
En el centro de los templos masónicos siempre está el llamado “ara”, en donde se colocan tres velas, una biblia y, por encima de todo, la famosa escuadra con el compás, símbolo masón por excelencia y remite, a manera de memoria honorífica, a los instrumentos de trabajo de los primeros miembros de la hermandad. También, a la entrada de todo templo hay dos columnas que aluden a las columnas del templo de Salomón, rey de la tradición judeocristiana que representa la sabiduría. Pasar a través de ambas columnas, en el contexto de la iniciación, representa el nuevo nacimiento (cada columna viene a ser una pierna de mujer); mientras que, por otro lado, al pie de una columna hay una piedra en bruto (el masón recién iniciado), y al pie de la otra hay una piedra pulida que representa al masón de grado 33, que domina todos los secretos y rituales de la masonería.
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Por su parte, hay otros símbolos siempre presentes en los templos, tales como:
El tablero de cuadros blancos y negros: signifca que para estar unido a sus hermanos, el masón debe tener una tolerancia que lo capacite para convivir con quienes tienen distintas creencias.
La cadena: está presente en muchos sitios, representa la necesidad y el deber que los hermanos masones tienen de estar juntos y apoyarse.
Así mismo, en todo templo masónico está presente otro símbolo: un ojo en un triángulo, el ojo del “Gran Arquitecto del Universo”. Esto expresa que, para todo masón, el universo tiene un Dios que lo creó, aunque las particularidades que asume ese Dios pertenecen a la libertad de creencia de cada masón. Tiene por ello una actitud muy abierta y tolerante la masonería, gran defensora del laicismo; y es, principalmente esa apertura hacia las creencias en Dios, ese comprender que lo único realmente importante es creer en un Dios, lo que la ha hecho sufrir el rechazo del Catolicismo desde sus orígenes y particularmente desde una bula papal contra la masonería, aparecida en 1738. Sin embargo, siempre han habido sacerdotes masones, y siempre ha sido mayor la actitud anti-masónica de la Iglesia, que la actitud anti-clerical de la masonería.
Los masones de cada siglo han ido dejando sus símbolos en las ciudades donde vivieron, pero generalmente estos solo pueden ser reconocidos por pocos, e interpretados de manera adecuada por un número aún más reducido de individuos esclarecidos. La ciudad de La Plata es paradigmática al respecto
Dichos rituales masones han permanecido durante siglos, repitiéndose a lo largo de todos los rincones del mundo en que, durante tal o cual época, la masonería ha estado presente. En el caso de México, la masonería llegó a fines del siglo XVIII, y actualmente tiene decenas de miles de miembros.
Pero… ¿Hasta qué punto la influencia masónica participó en la constitución de la Latinoamérica que actualmente conocemos? Famosos como Benito Juarez y Mario Moreno Cantinflas fueron masones… Yendo a lo importante, existe la opinión de que, sin el apoyo de los masones, la lucha de los líderes independentistas contra el absolutismo monárquico no habría tenido fuerza suficiente. En Uruguay, por ejemplo, la masonería ha marcado la vida cultural, política y social. Influído por la masonería, el Estado uruguayo se separó de la Iglesia a comienzos del siglo XX, siendo que ya, en el siglo XIX, esa misma influencia había propulsado el triunfo de un modelo laico de educación. Huella de esa influencia es la plaza matriz de Montevideo, que tiene símbolos masónicos en su fuente central. Por su parte, en Argentina ha habido 7 presidentes y 14 vicepresidentes masones.
Pero no siempre el poder político de los masones ha servido al bien, ejemplo de lo cual fue lo sucedido a mediados de los 70 del presente siglo en Italia, donde Gelli comandaba la logia expulsada “Propaganda Due”, que fue una auténtica red de poder secreto que pactó con las dictaduras latinoamericanas, como la argentina.