En la Provincia Central de Sri Lanka, Matale, una enorme y escarpada formación geológica se eleva unos370 metros del nivel del suelo, el Sigiriya, también conocido como ‘la Roca del León’. Está considerado como una de las Ocho Maravillas del mundo antiguo, y como uno de los destinos turísticos más arcaicos de Sri Lanka, con más de 1.000 años abierto de cara al público.
Declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1982, el Sigiriya se puede describir como el resto de una erupción de magma endurecido por el paso del tiempo, que fue originada por el actualmente volcán extinto sobre el que se sostiene. La roca es visible en kilómetros desde todas las direcciones y lo que le hace tan especial es lo que esconde su misteriosa cima.
Tenemos que viajar en el tiempo hasta el pasado siglo V d.C para descubrir el contenido de Sigiriya. Durante el reinado de Kasyapa se empezó a construir lo que en la actualidad se iba a convertir en el yacimiento arqueológico más importante de Sri Lanka, una auténtica ciudad fortaleza con palacio, murallas, cuevas y jardines, contando en todo momento con los más de 300 metros de altura en los que se encontraba.
La cima se divide en dos niveles. El primer lugar accesible se trata de una especie de terraza que incluye las diferentes cuevas que se internan bajo la roca y la famosa Puerta del León, que es el acceso al nivel superior. En esta zona podemos contemplar las ruinas del Palacio que ordenó construir Kasyapa entre los años 477 y 495, además del llamado ‘Muro del Espejo’, donde se reflejaba el Rey. Los diferentes fosos, celdas y jardines que rodean al palacio hacen las delicias del turista.
A partir de la muerte de Kasyapa, Sigiriya siguió siendo un complejo monástico hasta el siglo XIV, cuando fue abandonado. En 1908, el explorador británico John Still redescubrió Sigiriya, o lo que quedaba de ella.
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