Hikaru Cho nos invita a jugar a las adivinanzas, así que empecemos. ¿Qué dirías que es esto? Aparentemente es un pepino, ¿verdad? ¿Pondrías la mano en el fuego?¿Y esto otro? ¿Qué dices que es?
Una mandarina. Parece.
Y aquí tenemos…Una berenjena, ¿verdad?
Y ahora te preguntarás, ¿quién es la tal Hiraku? Pues se trata de una artista japonesa a la que le encanta jugar con las extravagancias. En esta ocasión se ha dedicado a pintar frutas, verduras, y otros alimentos con colores acrílicos para hacerlos pasar por otras cosas. Ahora que lo sabes, vuelve arriba y piensa: ¿qué es lo que ves?
Pues el pepino verde y con bultitos no es tal cosa: se trata de un plátano. Tal vez puedes haberlo adivinado por su forma semicurva, aunque te habrá costado.
Lo que pensabas que era una mandarina, tampoco es tal cosa. Se trata de un tomate. Mira, mira…
Llegados a este punto, ya sabes que la berenjena tampoco era una berenjena. Sin embargo, el alimento de origen es más difícil de averiguar en este caso. Es… ¡un huevo! Y forma parte del trabajo que la artista japonesa ha denominado “No es lo que parece”.
Y si Cho se dedica a pintar huevos no es porque tenga demasiado tiempo libre, sino porque apuesta por lo distinto, por lo que no es común. Por un arte nuevo que te hace pensar, reflexionar. Aunque sea con algo tan simple como una fruta. Pero no se queda ahí. También transforma alimentos sanos en viandas (supuestamente) descompuestas. Supuestamente, porque luego están en perfecto estado, como puede verse en esta imagen:
El cambio y la transformación son el ‘leitmotiv’ de la obra de Hiraku Cho, una joven japonesa cuyo objetivo es impactar y llamar la atención a través del arte: inventa cosas nuevas a partir de unas totalmente distintas. Así, por ejemplo, una manzana se podría convertir en un refresco gaseoso de naranja. O una libélula puede salir de una vaina de guisantes:
Un gajo de naranja se convierte en un gordo y paradójicamente apetitoso gusano:
Y una granada se transforma en una cucaracha. Lo bueno de esto es que, si lo comes por casualidad, ¡estará rico!
Hiraku es especialmente conocida por sus pinturas realistas en 3D sobre cuerpos humanos, a los que añade ojos, bocas, cremalleras o aparatos electrónicos. Así, entre sus obras puedes encontrarte a una mujer que se ducha con una especie de alcachofa que le sale de la tripa o a un joven que parece estar ‘desabrochando’ la piel de su torso para dejar ver una radiografía de sus costillas y columna vertebral. También una mujer sin cuello que sujeta su propia cabeza; otra que usa el objetivo de una cámara ‘implantada’ en su mano como ojo derecho; u otra que tiene un compartimento con dos pilas en mitad del brazo. Hay un poco de todo en este peculiar museo de los horrores, terrorífico a la par que bello.
Más allá de su extravagancia, todas las imágenes tienen algo en común: sus protagonistas son casi siempre mujeres. De hecho, Hikaru fue la encargada de pintar a las modelos para la campaña “Mis derechos, mi cuerpo” de Amnistía Internacional, un proyecto pensado para el Día Internacional de la Mujer de 2014. ¿El objetivo? Luchar contra la explotación sexual y el acoso que sufren millones de mujeres en el mundo.
Para esta ocasión, la artista elaboró varios diseños que representaban una forma de ver los derechos diferente. En una de sus creaciones, por ejemplo, una serie de píldoras anticonceptivas aparecían incrustadas en el brazo de una niña para ilustrar su derecho a la educación sexual. Con transgresiones com esta, Cho pretende ayudar a las más jóvenes a iniciar una conversación acerca de sus derechos y a desarrollar su creatividad.
Con información de The Independente, Colosal, Hikarucho y Twistedsifter
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