Es una cosa extraña en nuestros días recibir una carta por correo postal, pero, vaya, que ese simple momento nos despierta una alegría extraña y, en algunos, una nostalgia entrañable.
En mi adolescencia, era común entablar amistades con personas de otras ciudades u otros países por medio de correspondencias. Algunos tomaban la posta y publicaban su dirección en una revista, los lectores elegíamos uno (o varios) y comenzábamos un contacto vía correo. Sería algo así como hacerse de nuevos amigos en la red social Facebook.
También se escribían cartas a los padres o a los amigos que vivían en otras localidades o en otras provincias. Hoy el celular nos ha acercado tanto que hacer un relato en una carta sería algo muy anacrónico y que nos entregaría noticias muy atrasadas. No olvidemos las tupidas cartas de amor. Juramento va, juramento viene, el correo unía corazones cual interminable cita.
Cómo no rendirle un homenaje al encargado de enlazar comunicaciones a lo largo del mundo antes de la llegada de Internet y de los teléfonos inteligentes. Así, hoy el correo es nuestra estrella.
Apenitas el hombre inventó la escritura, ahí nomás le dio rienda suelta a la redacción de cartas. De este modo, tres mil años antes de Cristo, los sumerios (vivían en la Mesopotamia), quienes dibujaban signos lingüísticos sobre tablas de arcilla, idearon un sello postal que certificaba la autoridad de un escrito.
El escriba sentado (Museo del Louvre)
En Egipto, para mandar sus papiros con jeroglíficos trazados, se estableció el primer sistema oficial de correos, que consistía en canoas mensajeras que iban y venían por el río Nilo.
En el Imperio Chino, allá por el año 1250 antes de Cristo, se creó un método de correspondencia que cubría cinco rutas con 16 mil estaciones postales. Otro gran aporte para estos menesteres fue la invención del papel en el 105 después de Cristo.
Tablillas romanas. Museo del Louvre.
Los romanos escribían en tablillas, llamadas tabellas , con un punzón. Luego les colocaban una delgada capa de cera o yeso, que denominaban album (de allí deriva el término “álbum”).
Ellos fueron quienes consolidaron un sistema de mensajería que se extendió a lo largo de 15 mil kilómetros. Las rutas tenían construcciones, las “posiciones”, donde los encargados de llevar la correspondencia cambiaban la caballería y paraban para descansar. Este sistema de avanzada contaba con dos categorías para realizar los envíos: tardo (lento), para las encomiendas, y celere(rápido), para las cartas.
En la Europa de la Edad Media, el correo postal era un lujo que no todos los habitantes podían permitirse, era algo verdaderamente costoso porque implicaba el empleo de un gran número de recursos (caballos, personas, mantenimiento de las vías, entre otros).
Agustina Boldrini
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