Wednesday, November 20, 2013

El láser «resucita» a Lázaro en las catacumbas de Priscila

Igual que Lázaro, recién resucitado, tuvo que liberarse del sudario y las vendas, un delicado trabajo de restauración con rayo láser ha permitido sacar a la luz la escena en las catacumbas de Priscila [en esta galería de fotos puedes «pasear» por sus corredores], famosas por conservar la imagen más antigua de la Virgen, representada junto al profeta Balaán. En la escena de la resurrección se ve a un Cristo de rostro juvenil, al estilo imperial del siglo IV, que toca con una varita la momia de su amigo, fallecido cuatro días antes. Liberados también de las capas de sedimentos calizos, el resto de los personajes que asisten a la escena, muestra una frescura de colores cercana a la original hace dieciséis siglos.
El trabajo de un extraordinario equipo de restauradores a lo largo de año y medio ha permitido hacer accesibles al público no solo el «cubículo de Lázaro» –que sorprende por la «contemporaneidad» de las pinturas- sino también una valiosísima colección de 750 altorrelieves en mármol blanquísimo, procedentes de sarcófagos de la catacumba. La limpieza, utilizando instrumentos y técnicas similares a las de los dentistas, ha conseguido un resultado espectacular: se diría que los rostros de niños, de esposos, de musas y de monstruos marinos, etc. han sido esculpidos ayer.

Serán visibles en Google Maps

Las piezas podrán disfrutarse en gran detalle a partir del 20 de diciembre en la nueva página web del Museo de Priscila, http://mupris.net, que permite ya ver parte del trabajo de los restauradores en la sección «filmati». El edificio utilizado para ese trabajo es la basílica de San Silvestre, levantada sobre las catacumbas, que ahora es, precisamente, la sede del museo de esculturas, visibles en el lugar más cercano a su emplazamiento original. Las catacumbas serán también visibles en Google Maps en la sección «Views Priscilla».
El museo permite comprobar la vecindad serena de tumbas paganas y tumbas cristianas en el cementerio de Priscila, así llamado por el nombre de la noble romana de la familia Acilii que donó el terreno a la comunidad cristiana. Las catacumbas de Priscila, mucho menos concurridas por grupos de turistas que las de San Sebastián o San Calixto, permiten adentrarse en el ambiente sereno de aquellos cementerios, abundantes en inscripciones entrañables de amor familiar, de esperanza en la otra vida con los santos, y de fe en la resurrección.
 

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