Las hembras cargan con
los restos de sus hijos sin vida durante semanas y los ejemplares ancianos
moribundos reciben mimos y atenciones
La madre llevó el cuerpo durante 68 días después de la muerte
Sus reacciones ante la muerte son tan
conmovedoras que casi parecen humanas. Dos estudios publicados en la revista
científicaCurrent Biology ofrecen una perspectiva poco
comun de cómo los chimpancés se enfrentan al adiós definitivo de
sus «seres queridos». Sorpredentemente, el dolor que demuestran y las
atenciones a los que se van no distan mucho de lo que se espera del ser humano.
En un caso, los investigadores describen las tranquilas últimas horas de
una hembra mayor, acompañada en paz por los miembros de su pequeño grupo en
un safari park de Reino Unido. En el otro, observan cómo dos madres chimpancés
en estado salvaje llevan encima durante semanas los restos momificados de
sus pequeños muertos por una epidemia respiratoria.
«Varios fenómenos han separado a los
humanos de otras especies: la capacidad de razonamiento, la capacidad
lingüística, el uso de herramientas, la variación cultural y la autoconencia,
por ejemplo, pero la ciencia ha aportado pruebas sólidas de que los límites
entre nosotros y otras especies están muy lejos de estar tan claramente
definidos como mucha gente pensaba», explica James Anderson, de la escocesa Universidad de Stirling, en referencia a sus observaciones
de los chimpancés en el safari park. «La conciencia de la muerte es otro
fenómeno
psicológico a tener en cuenta y los
resultdaos que hemos descrito, junto a otras observaciones de cómo los
chimpancés responden a compañeros muertos o moribundos, indican que su
conciencia de la muerte está probablemente más desarrollada de lo que
pensamos». Para el científico, esto «puede estar relacionado con su sentido de
autoconciencia, que se muestra a través del autoreconocimiento y la empatía
hacia los demás».
Según explica Anderson, pocos
humanos han sido testigos de la respuesta de los chimpancés al momento en el
que un miembro de su grupo muere. Las madres son conocidas por llevar a sus
hijos muertos a cuestas y algunos observadores han visto la conmoción que se
produce cuando un chimpancé adulto pierde la vida en algún tipo de trauma
repentino. «En contraste con la frenética y ruidosa respuesta a las muertes
traumáticas de adultos, los chimpancés testigos de la muerte de la hembra mayor
en el safari park estaban en su mayoría en calma». En los días previos a la
muerte, el grupo prestó mucha atención a la moribunda. Inmediatamente
antes de morir, recibió aseos y caricias de los demás. La dejaron poco después,
pero regresó su hija adulta y se mantuvo con su madre toda la noche. Cuando los
cuidadores retiraron el cuerpo de la madre al día siguietne, los
chimpancés evitaron dormir en la plataforma donde la hembra había muerto, a
pesar de que normalmente era un lugar favorito para todos.
«Hemos encontrado varias similitudes
entre el comportamiento de los chimpancés y y algunas reacciones de los seres
humanos cuando se enfrentan a la desaparición de un miembro de un grupo de
ancianos o un pariente», asegura Anderson.
Bebés muertosEn un segundo estudio, la
investigadora Dora Biro, de la Universidad de Oxford, y su equipo fueron testigos de la
muerte de cinco miembros -entre ellos dos crías- de una comunidad de chimpancés
semi aislada en los bosques de Bossou, Guinea, que había sido castigada con una
epidemia respiratoria. Las madres portaron los cadáveres de sus hijos
durante semanas, incluso meses, después de la muerte. Los cuerpos estaban
momificados por completo, pero las hembras los llevaban a todas partes, los
aseaban... Gradualmente, permitieron que otros individuos de grupo los tocaran
y manejaran. Incluso otras crías jugaban con los cadáveres. Casi sin excepción,
ningún chimpancé mostró aversión hacia los restos putrefactos.
«Los chimpancés son los parientes más
cercanos de los seres humanos en la evolcuión y ya han demostrado que se nos
parecen en muchas de sus funciones cognitivas: empatizan con los demás, tienen
sentido de equidad, y puede cooperar para lograr sus objetivos», explica Biro.
«Cómo perciben la muerte es una pregunta fascinante y existe pocos datos sobre
esto».
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