El uso de la orina para el diagnóstico aparece mencionado ya en uno de los más antiguos textos médicos, el papiro egipcio de Kahun, donde el efecto de la orina sobre la cebada o el trigo es usado tanto para el diagnóstico precoz del embarazo como para el diagnóstico prenatal del sexo fetal. Con el desarrollo de la medicina científica en Grecia y la cristalización definitiva en la obra de Galeno en el siglo II, la teoría humoral será el modelo fisiopatológico inamovible que regirá el pensamiento medico hasta el siglo XVII. Según este modelo, la enfermedad derivará inexcusablemente de un desequilibrio entre los cuatro humores (sangre, flema, bilis amarilla y bilis negra) que componen el cuerpo, y este desequilibrio se reflejará en los fluidos corporales: orina, heces, mucosidades nasales, semen, sangre menstrual, vómitos… Su examen será, por tanto, clave fundamental en el proceso de diagnóstico de cualquier enfermedad, aunque el diagnóstico se realizará desde supuestos distintos a los egipcios.
De todos los fluidos corporales estudiables, será la orina la que con el tiempo vaya acaparando un mayor protagonismo hasta que, a finales de la Edad Media y en mayor medida a partir del siglo XV, la uroscopia o examen de la orina se convierta en el acto diagnóstico por excelencia y el propio matraz de orina en símbolo de la clase médica y de su estatus social. El estudiado y teatral gesto de inspección de la orina, en todo similar a un experto sumiller, incluía tanto su observación atenta, con el brazo en alto mientras balanceaba suavemente el recipiente a contraluz, como la valoración de su olor y de su sabor. De hecho, la diabetes es una enfermedad conocida de muy antiguo por el sabor dulce de la orina del diabético. Su examen, especialmente de color, consistencia e impurezas o sedimentos, permitirá supuestamente el diagnóstico de cualquier patología, incluso sin necesidad de ver al propio enfermo, con lo que se hará común la costumbre de ‘enviar las aguas’ a cientos de millas para que algún afamado físico descubriese en ellas el mal padecido. A partir del siglo XVI, debido a los abusos cometidos, la uroscopia cae en descrédito por las frecuentes críticas a que es sometida.
‘El doctor’, obra de Gerrit Dou, Museo de Historia del Arte de Viena
Revista Memoria, Historia de cerca, nº I
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