El ser humano ha avanzado tremendamente en los últimos siglos. Nos maravillamos a nosotros mismos de los adelantos tecnológicos y científicos que hemos logrado. Hemos trazado el mapa del genoma humano, hemos colocado hombres en la luna y no tardaremos mucho en hacerlo en otros planetas, hemos avanzado hasta extremos impensables en medicina, robótica y cualquier área conocida de la ciencia.
Asimismo, aunque aún quede mucho camino por recorrer, se ha avanzado de forma admirable en el reconocimiento de los derechos humanos, logrando la igualdad entre las personas y evitando o tratando de evitar tratos degradantes, torturas, pena de muerte….
No obstante hay un apartado en el que apenas hemos avanzado en toda nuestra historia, y es el maltrato a los animales por pura diversión. Incomprensiblemente aún en pleno siglo XXI existen muchos sitios en los que el hombre sigue necesitando hacer daño a animales para divertirse. Estas son las fiestas más crueles en las que se maltratan animales.
Corridas de toros
Las corridas de toros son un espectáculo bochornoso en tres actos, de unos veinte minutos de duración, que escenifica la falsa superioridad y la fascinación enfermiza con la sangre y la carne de la que se alimentan, contra toda lógica ética y dietética, quienes creen tener un derecho divino a disponer a su antojo de la vida de otros seres sensibles, llegando incluso a justificar y trivializar la muerte del toro como arte y diversión; un comportamiento patológico que nace de una incapacidad para afrontar el dolor de las víctimas y una morbosidad irrefrenable ante la posibilidad de ser testigo directo de alguna cornada, o de la muerte del matador; un riesgo fortuito, infrecuente (un torero por cada 40.000 toros sacrificados), y sobre todo evitable que, sin embargo, incrementa el carácter macabro de la corrida.
El toro de la Vega.
Se celebra el segundo martes de septiembre en la localidad vallisoletana de Tordesillas. Los que apoyan esta fiesta argumentan que es un tradición del siglo XV. El día elegido, ell toro es perseguido en la vega del río Duero por lanceros a caballo que tienen que matarlo acorralándolo y atravesándolo con las lanzas. El que logra dar el lanzazo de gracia al animal es reconocido casi como un héroe en el pueblo.
El toro júbilo.
Se celebra en noviembre en las calles de Medinaceli, en Soria. Se trata de una tradición del siglo XVI en la que el toro es atado por los cuernos para inmovilizarlo y encajarle así en la cabeza unos artilugios metálicos con grandes bolas de material inflamable. Cada vez que se celebra el animal sufre graves quemaduras y un gran estrés. Los defensores de esta fiesta alegan que al astado se le da una crema de barro para que no sufra quemaduras y que se ha eliminado la tradición de matar al toro tras el encierro nocturno que realiza con sus cuernos envueltos en llamas.
Este tipo de ‘toros de fuego’ también son muy populares en la Comunidad Valenciana, donde más de 140 municipios los incluyen en sus festejos.
Toros enmaromados.
También conocidos como toros ensogados. Las reses son sujetadas por la cabeza para atarles los cuernos. Luego son arrastrados por las calles para regocijo de quienes corren junto al animal. Estas sogas producen grandes traumatismos en la cepa del cuerno y profundos desgarros en los músculos del cuello.
Estos festejos son típicos en Aragón, Navarra, La Rioja, Andalucía y Valencia pero sobre todo, en Castilla y León. El más famoso es el de Benavente, en Zamora, entre el 9 y el 14 de junio.
Toro de San Juan.
Se celebra entre el 23 y el 28 de junio en Coria (Cáceres). El toro es soltado por el recinto amurallado de la ciudad y, como si fuese una diana, se le lanzan soplillos (gruesos alfileres) que se clavan en su piel. Después se le dispara un tiro. Esta fiesta, que data del siglo XVI, está declarada bien de interés turístico.
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